" I became insane, with long intervals of horrible sanity"



Edgar Allan Poe


domingo, 5 de junio de 2011

Lost In Lust II

“Viólame…!” esa palabra en su boca tuvo en mi un deleite extraño, el único reflejo que pude tener fue colocar mis dedos sobre su rostro y rozar sus labios mientras repetía esa palabra.

Se acerco a mi cuello y mientras sus besos encendían mi libido, sus manos empezaron a quitarme el camisón de encajes que llevaba puesta, rozo mi espalda y sin intención toco una pequeña herida en mi hombro izquierdo, lo que hizo que lanzara un gemido de dolor que de forma extraña elevo mi éxtasis.

Mi cuerpo sobre el suyo se ilumino con el débil color del alba, su pecho entero fue para mí, me sacie de él hasta donde pude y en su cuello el latir de sus venas fue un verdadero placer. Tome su pañuelo, vende esos ojos que me desconcertaban e hice que su boca y lengua conocieran mejor mi cuerpo.Tanto tiempo de frio y maltrato habían sido recompensados con un solo amanecer.

Mientras tomaba sus manos y creía tener el control, giro sobre mí y al quitarle la venda, vi en sus pupilas en brillo escarlata, como el de los rubíes relatados en libros de aventuras… Dicen que ese brillo es característico de la lujuria, uno de los pecados más prohibidos en la época, pero a la vez tan sublimes.

Hace mucho que considerábamos a ese pecado como una bendición, y así también era una bendición para mí, ver como se mordía el labio al verme a su merced bajo su cuerpo.

Mis piernas temblaban no sé bien si de temor o placer, pero la quietud llego de forma súbita cuando sus dedos llegaron a mis muslos y como efecto de hipnotismo mi alma y mi cuerpo se prepararon para recibirlo.

El clímax, el frenesí se hicieron eco en nuestras voces. Jadeos y orgasmos se acoplaban al ritmo de un vals, y los coros de Sodoma homenajeaban nuestro acto. Tras cada beso y mordida, aplausos y ovaciones.

La sinfonía de dos escapistas de reglas absurdas y etiquetas sin sentido. Dos libertinos, dos dementes unidos por un mal llamado pecado. Dos seres ocultos en la noche y durmiendo con el sol….

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El seco sonido del hierro me despertó, y un soplo frio volvió a mis pies. Acurrucada en una esquina de mi celda y mis manos atadas con una cinta roja y un pequeño dije de rubí; aquella cinta pasaba por una pequeña grieta a la celda vecina y al mirar advertí a mi amado Vincent con el otro extremo en sus manos.

El no aparto su mirada de mi rostro petrificado, no podía creer que él estuviera ahí. El pánico subía punzante por mi nuca y mi respiración se agitaba más y más.

Vincent cerró sus ojos y empecé a sentir su mano cálida sobre mi rostro, fue como si su cuerpo atravesara el grueso muro. Poco a poco la calma aplaco el ataque y una vez recuperado el consuelo, mire esa sonrisa torcida característica de él para luego escucharle decir: “-Volveremos….”

1 comentario:

  1. demente..... mmm...... la imaginación voló... intensas palabras.... agudas acciones....... locura volátil embelesando el oído....
    una maquina mi ibi dejaraste ver....

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