Déjame imaginarte en una azotea gris,
Déjame verte en medio de un día sombrío
Dejame acercarme y sentir tus labios
Déjame hablarte palabras al vacío.
Ven, abrázame y entiérrame en tu pecho
Susúrrame tus miedos, mas no prometas nada,
Haz que los violines suenen
Así mi cuerpo florecerá y la mascarada empezará.
Déjame disfrutarte en este efímero instante
Antes de que el viento llegue y nos lleve consigo
Déjame respirarte y con mis ojos retratarte
Un vasto palacio engalanado,
Donde nos conocimos y te juraste como mi único amigo.
Déjame verte con las alas de un Ángel de Música
Quitémonos las mascaras y partamos a tu guarida.
Secuéstrame y tuya seré
Ámame y mío te haré.
Yo soy el rayo, la dulce brisa,
ResponderEliminarlágrima ardiente, fresca sonrisa,
flor peregrina, rama tronchada;
yo soy quien vibra, flecha acerada.
Hay en mi esencia, como en las flores
de mil perfumes, suaves vapores,
y su fragancia fascinadora,
trastorna el alma de quien adora.
Yo mis aromas doquier prodigo
ya el más horrible dolor mitigo,
y en grato, dulce, tierno delirio
cambio el más duro, cruel martirio.
¡Ah!, yo encadeno los corazones,
más son de flores los eslabones.
Navego por los mares,
voy por el viento
alejo los pesares
del pensamiento.
yo, en dicha o pena,
reparto a los mortales
con faz serena.
Poder terrible, que en mis antojos
brota sonrisas o brota enojos;
poder que abrasa un alma helada,
si airado vibro flecha acerada.
Doy las dulces sonrisas
a las hermosas;
coloro sus mejillas
de nieve y rosas;
humedezco sus labios,
y sus miradas
hago prometer dichas
no imaginadas.
Yo hago amable el reposo,
grato, halagüeño,
o alejo de los seres
el dulce sueño,
todo a mi poderío
rinde homenaje;
todo a mi corona
dan vasallaje.
Soy el amor, rey del mundo